Entrenados para el combate: la fuerza que enfrenta el secuestro y la extorsión en Norte de Santander

En lo profundo de una zona de entrenamiento del Ejército Nacional, el equipo periodístico de Oriente Noticias fue testigo de una operación simulada que revela la contundencia, precisión y estrategia con la que una unidad de fuerzas especiales enfrenta los flagelos del secuestro y la extorsión en Norte de Santander.

Con acceso exclusivo, nuestros equipos lograron documentar una maniobra táctica de alto nivel: un despeje de área bajo la hipótesis de un secuestro en desarrollo. Coordinación milimétrica, comunicación silenciosa y reacción inmediata. Así operan militares que conforman el Grupo Gaula Militar, hombres entrenados para moverse en los entornos más adversos del conflicto armado.

Aquí no hay margen de error. Cada paso, cada mirada y cada disparo simulado están respaldados por horas de entrenamiento, conocimiento en inteligencia militar y la voluntad férrea de salvaguardar la vida de quienes habitan en las regiones más golpeadas por la violencia.

Pero esta es solo una parte del engranaje. A varios kilómetros de allí, conocimos otra cara del poder disuasivo del Ejército Nacional: el Grupo Maza. Una unidad especializada que patrulla día y noche el eje vial Cúcuta-Tibú y otras zonas estratégicas del departamento. Vehículos de caballería mecanizada, blindados y artillados con armamento de alto calibre, son la fuerza visible que se despliega por los caminos que han sido históricamente tomados por actores armados ilegales.

Con disciplina y convicción, sus pelotones avanzan por trochas, caminos rurales y puntos críticos. No sólo vigilan; enfrentan. Son una barrera firme contra la amenaza de las disidencias, el ELN y otras estructuras criminales que buscan imponer el miedo mediante la intimidación, el secuestro y la extorsión.

Estas capacidades combinadas —la inteligencia táctica, el entrenamiento especializado y el poder ofensivo— son hoy la respuesta institucional a una amenaza persistente que azota al Catatumbo y sus alrededores.

Mientras en las ciudades y veredas la población intenta rehacer su vida, en el terreno estos soldados, silenciosamente, entregan cuerpo, mente y alma para preservar el orden público.

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