Una investigación universitaria señala que la ansiedad, la tristeza, la autoestima y el estrés son los temas más consultados por personas entre 18 y 25 años cuando usan IA como apoyo emocional.
Por Sebastián Trujillo – Periodista TRO Digital.
Un estudio del Programa de Psicología de la Universidad Manuela Beltrán indicó que el 51% de los jóvenes ha usado o considera usar herramientas de inteligencia artificial para hablar de su salud mental, en un contexto de consultas centradas en ansiedad, tristeza y autoestima.
La inteligencia artificial se ha convertido en un canal frecuente para que jóvenes expresen inquietudes emocionales. La investigación señaló que gran parte de los consultados quiere usar sistemas como asistentes conversacionales para hablar de salud mental. Del total, el 26% ya los ha utilizado y otro 26% planea hacerlo.
El investigador Hans Acero explicó que estos usos se relacionan con accesibilidad, anonimato y ausencia de percepción de juicio en la interacción. De acuerdo con el estudio, los temas más consultados incluyen formas de reducir ansiedad en público, manejo de tristeza, frustración académica, dificultades para dormir y dudas sobre diferencias entre estrés, ansiedad y nostalgia.
Frente a la confianza en las respuestas, el informe registró que el 37% solo sigue una recomendación si puede verificarla con otra persona; el 32% lo hace si considera que la respuesta es lógica; y el 30% prefiere no seguir consejos emitidos por una inteligencia artificial. Asimismo, el 62% afirmó que estos sistemas no entienden emociones humanas y solo las simulan.
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Los jóvenes señalaron que recurren antes a la IA que a un profesional por motivos asociados a disponibilidad permanente, anonimato, menores costos y curiosidad por experimentar. El estudio muestra que el 73% de quienes ya la usaron lo hicieron una o dos veces como un mecanismo rápido de desahogo.
Los investigadores advirtieron riesgos en el uso de la IA como sustituto de acompañamiento profesional, entre ellos la incapacidad de detectar gravedad clínica, la entrega de orientaciones genéricas y la ausencia de seguimiento emocional. El estudio incluyó recomendaciones como emplear estas herramientas únicamente para orientación inicial, contrastar respuestas con profesionales y evitar que se conviertan en el único espacio de desahogo.
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El informe también presentó señales para identificar cuándo es necesario acudir a un terapeuta, como síntomas persistentes durante más de dos semanas, afectación en las actividades diarias, pensamientos repetitivos, sensación de desconexión y cualquier idea relacionada con hacerse daño.
