El 10 de septiembre el mundo conmemora el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, una fecha promovida por la IASP y la OMS. La jornada busca sensibilizar sobre un problema de salud pública que cada año, cobra la vida de cientos de miles de personas.
Por: Sharom Fernández-Periodista TRO digital.
De acuerdo con la Organización Mundial de la salud, cada año más de 700.000 personas mueren por suicidio en el mundo. Esta problemática social se trata de la cuarta causa de fallecimiento entre jóvenes de 15 a 29 años. Una cifra que refleja la urgencia de abordar acciones de prevención que involucran a gobiernos, comunidades, instituciones educativas y familias.
Como lo afirma la Organización Panamericana de la Salud:
El suicidio es un problema de salud pública importante, pero a menudo desatendido, rodeado de estigma, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta gravemente no solo a las personas, sino también a las familias y las comunidades.
En Colombia, el panorama genera preocupación. Según los datos oficiales de Medicina Legal, en el periodo de enero a julio de 2024 se registraron 1.677 suicidios. Aunque la cifra representó una leve disminución frente a 2023, los intentos siguen en aumento. Lo que demuestra que, pese a algunos avances, la prevención aún no logra contener el problema de raíz.

En Santander según la Secretaría de Salud, durante la primera mitad de 2025 ya se han documentado 13 suicidios en la capital santandereana. Además, el Concejo Municipal reporta que en Bucaramanga ocurre un intento de suicidio cada 1,5 días. Una estadística que supera la media nacional y refleja que el fenómeno se ha convertido en una emergencia silenciosa para la ciudad.
Los especialistas advierten que los principales desencadenantes identificados en la región son problemas familiares (cerca del 40 %) y dificultades de pareja (alrededor del 32 %). En Santander, los jóvenes entre 20 y 29 años concentran un alto porcentaje de los casos de intento, lo que sugiere que las presiones sociales, económicas y afectivas propias de esta etapa de la vida se han convertido en un factor de riesgo latente. Esta tendencia coincide con los datos globales, donde la juventud es el grupo más vulnerable.
Entre las principales causas asociadas al suicidio se encuentran la depresión, los trastornos de ansiedad, las adicciones, los conflictos familiares, las dificultades económicas y las rupturas de pareja. Frente a ello, los especialistas insisten en que la prevención pasa por el acceso oportuno a servicios de salud mental, la creación de redes de apoyo, el fortalecimiento de la comunicación en los entornos familiares y educativos, y la reducción del estigma que aún rodea a quienes buscan ayuda.
Los expertos coinciden que hablar del suicidio, no incentiva la conducta, sino que abre espacios de escucha y prevención. Reconocer señales de alarma como cambios de comportamiento, aislamiento, desesperanza o expresiones relacionadas con el deseo de morir puede marcar la diferencia. El acompañamiento cercano de familiares, amigos y docentes resulta clave para detectar y actuar a tiempo.
La prevención del suicidio es un esfuerzo colectivo que exige romper el silencio, acompañar a quienes atraviesan momentos difíciles y exigir políticas públicas más sólidas. Cada gesto empático, cada intervención oportuna y cada política inclusiva pueden convertirse en redes de esperanza que salvan vidas. En este Día Internacional, la prevención debe asumirse como una responsabilidad compartida que empieza con la empatía y se concreta en la acción.