Redacción: Juan Jacobo Lozano
Hace 17 años a Lorena Rodríguez, una joven oriunda de Boyacá, le diagnosticaron un trastorno mixto de ansiedad y depresión que le robaba las ganas de vivir. La última recaída la dejó completamente incapacitada, empujándola al límite de la desesperación y llevándola a buscar todo tipo de tratamientos para encontrar una cura que le devolviera la paz.
“Yo lo había intentado todo. Terapias psicológicas, cambios de religión, acercamientos espirituales, terapias alternativas, y una larga lista de psiquiatras y fármacos que mi cuerpo terminaba rechazando”, dijo Lorena recordando su pasado.

Fue a través de una video llamada como conoció al médico William Omar Contreras, neurocirujano funcional e investigador aliado del Hospital Internacional de Colombia (HIC), quien le planteó la posibilidad la Estimulación Cerebral Profunda, una cirugía que podía “encender” las partes de su cerebro “apagadas” y mejorar notablemente su calidad de vida.
Le puede interesar: Gobierno mejora condiciones laborales de técnicos electricistas – Canal TRO
“La depresión no es falta de carácter, es un desequilibrio eléctrico y químico en el cerebro,” explica el Dr. Contreras. “Es como si las luces se apagaran en barrios clave de una ciudad, afectando la iniciativa, motivación y la felicidad. Cuando un paciente no responde a ninguna terapia convencional, incluyendo antidepresivos, psicoterapia, Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) y otros, se convierte en candidato para la estimulación cerebral profunda”, precisa el neurocirujano.
Lorena decidió someterse a esta innovadora cirugía que consiste en la implantación de pequeños electrodos o ‘chips’ directamente en el cerebro que se conectan internamente a una batería, similar a un marcapasos, que se aloja discretamente bajo la piel, usualmente en el pecho. El dispositivo emite impulsos eléctricos continuos que regulan la actividad cerebral, mientras un control remoto permite, por telemetría (tecnología que permite la medición remota y la transmisión inalámbrica de datos), gestionar y ajustar la intensidad de estos impulsos con precisión de acuerdo a la necesidad de la paciente.

“Habitualmente, en los procedimientos de estimulación cerebral profunda (DBS) se implantan dos electrodos. Sin embargo, en este caso específico pudimos incorporar una tecnología avanzada que permitió la implantación de cuatro, lo cual representa un abordaje novedoso y altamente personalizado”, explica el neurocirujano.
Finalizado el procedimiento, y tras un periodo de adaptación, una semana después de la cirugía, los cambios empezaron a notarse. “A mí ya se me había quitado el tema de querer ir a un centro comercial, de salir, de comer helado. Eso me volvió rapidísimo. Quise arreglarme, maquillarme, cosa que había olvidado. Fue como volver a nacer, volver a conocer muchas cosas de mí. Fue un ‘pare’ para reconstruirme relata Lorena con emoción”, relató con emoción Lorena.
La depresión en el mundo:
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta al 5% de la población adulta mundial, con unos 280 millones de personas sufriendo esta condición, una cifra que va en aumento. De estos, 70 millones son casos refractarios, es decir, no se adhieren ni muestran mejora con ningún tratamiento, y se estima que unos 350 mil podrían ser candidatos para DBS en el mundo.