Redacción: Dayana Ramírez – Periodista TRO Digital
Hace exactamente 150 años, un evento sísmico de proporciones catastróficas sacudió los cimientos de Cúcuta, dejando una huella imborrable en su historia y en la memoria de la región.
En una mañana que transcurría con normalidad, alrededor de las 11:15 AM, la entonces capital del Estado Soberano de Santander (hoy Colombia) fue violentamente azotada por un terremoto estimado entre 7.3 y 7.5 en la escala de Richter. La fuerza de la naturaleza se desató con furia durante aproximadamente 45 interminables segundos, transformando la vibrante ciudad en un escenario de desolación y escombros.

La magnitud del sismo fue tal que la destrucción en Cúcuta fue casi total. Las construcciones de la época, predominantemente de adobe y teja, no pudieron resistir la embestida telúrica. Iglesias centenarias, edificios gubernamentales que eran símbolos de la ciudad, humildes viviendas y prósperos comercios se desplomaron bajo la fuerza del temblor. El polvo y el silencio reemplazaron el bullicio cotidiano.
La sacudida no solo dejó una estela de ruinas materiales, sino que también cobró un alto precio en vidas humanas. Se estima que más de mil personas perdieron la vida en Cúcuta, sepultadas bajo los escombros. Cientos más sufrieron heridas de diversa gravedad, y una gran parte de la población quedó sin hogar, enfrentándose a la incertidumbre y la desolación. El impacto se sintió también en poblaciones vecinas de Venezuela, como San Cristóbal, Capacho, Rubio y La Grita, aunque con menor intensidad.

Tras el terremoto principal, la tierra continuó temblando con numerosas réplicas, algunas de ellas lo suficientemente fuertes como para generar pánico y dificultar las primeras labores de rescate. Sin embargo, en medio de la tragedia, emergió la solidaridad. Noticias del desastre viajaron rápidamente, y desde diferentes puntos de Colombia y la vecina Venezuela se organizaron envíos de ayuda humanitaria para socorrer a los damnificados.

El 18 de mayo de 1875 marcó un punto de inflexión en la historia de Cúcuta. La reconstrucción de la ciudad fue un desafío monumental que llevó años de esfuerzo y determinación. Aprendiendo de la devastación, la nueva Cúcuta se levantó incorporando técnicas de construcción más resistentes a los movimientos telúricos, buscando asegurar un futuro más seguro para sus habitantes.

Hoy, 150 años después, el recuerdo del terremoto de 1875 sigue vivo en la memoria colectiva de Cúcuta. Este trágico evento se erige como un testimonio de la fuerza implacable de la naturaleza, pero también como un símbolo de la capacidad de una comunidad para superar la adversidad y reconstruir su futuro. La historia de aquel fatídico día nos recuerda la importancia de la prevención sísmica y la solidaridad en momentos de crisis.