Redacción: Fabio Sandoval
Un proyecto conjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Ministerio de Justicia implementado en la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá, busca humanizar el sistema penitenciario y reconstruir el tejido social de las mujeres privadas de la libertad a través de la justicia restaurativa. La estrategia se enmarca en el programa Cárceles para la Paz, concebido para promover la aceptación, la responsabilización y el perdón como pilares fundamentales en el proceso de reintegración social.
La iniciativa se estructura en tres fases: “aceptación, responsabilización y reparación”, que se despliegan mediante talleres y capacitaciones con enfoque de género. Entre las actividades simbólicas, se introduce la técnica del kintsugi, metáfora de la reparación: así como el barro roto se recompone con oro, las participantes reconstruyen su vida fortalecidas por el aprendizaje y el apoyo mutuo.
Según Sara Ferrer Olivella, representante residente del PNUD en Colombia, la justicia restaurativa “se puede convertir en un pilar clave de la política criminal y penitenciaria”, especialmente para mujeres y personas con orientación sexual e identidad de género diversa privadas de la libertad. El 96 % de las mujeres cabeza de hogar que participaron en el programa manifestaron haber adquirido herramientas para construir un proyecto de vida alejado del delito.
La experiencia de Ángela Rodríguez ilustra el impacto de la metodología. Ingresó a los 19 años con una condena de 13 años y un bebé recién nacido. A través del programa, logró reconocer tanto su condición de víctima como de agresora, pedir perdón a quienes afectó y reconciliarse con su familia tras ocho años de distanciamiento. “Empecé a aceptar las cosas, a perdonarme a mí misma y a entender que merecemos una oportunidad”, relata.
Por su parte, Karen —reclusa desde hace cuatro años— destaca el cambio en su manera de comunicarse y en su actitud: “Antes era de mal genio y egoísta; ahora tengo empatía y respeto por el otro. No volvería a cometer ese error”. Ambas coinciden en que la formación les ha otorgado “fortaleza en el corazón” y las prepara para una vida diferente al salir de prisión.
Este esfuerzo forma parte de un conjunto de iniciativas que buscan atender las necesidades emocionales y sociales de las mujeres privadas de libertad. En paralelo, el colectivo «El Mal Rebaño», conformado por 15 internas en El Buen Pastor, promueve la salud mental mediante espacios de escucha y apoyo emocional, ante la insuficiente atención psicológica oficial.
El PNUD ha iniciado además proyectos similares en otras sedes, como la cárcel de Tunja, donde se replican los talleres de escucha, reconciliación y construcción de paz. Estas experiencias sentarían las bases para que la justicia restaurativa se integre de manera permanente en la política penitenciaria nacional, ofreciendo a mujeres privadas de la libertad una verdadera oportunidad de transformación y reinserción.

Ángela y Karen son dos de las mujeres que participaron en el proyecto de prácticas restaurativas de PNUD y el Minjusticia.
Foto: Óscar Pérez

Karen Castiblanco lleva cuatro años privada de la libertad. Actualmente está en la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá.
Foto: Óscar Pérez