Redacción: Valentina Nieto
Durante la Cuaresma, muchas personas optan por modificar su dieta, especialmente evitando el consumo de carne roja como parte de una tradición arraigada en el calendario litúrgico cristiano. En Norte de Santander, este periodo se convierte también en una oportunidad para rescatar y disfrutar de preparaciones tradicionales que combinan ingredientes locales con prácticas gastronómicas heredadas de generación en generación.
Una de las preparaciones más representativas es el pescado seco, conocido también como pescado salado, que se prepara al horno, frito o guisado. Esta proteína, conservada tradicionalmente en sal, se combina con arroz con coco, patacones y ensaladas frescas. El pescado seco se encuentra con facilidad en las plazas de mercado de Cúcuta, El Zulia y Los Patios, y suele ser adquirido en las semanas previas a Semana Santa por su alta demanda.

El sancocho de pescado es otra de las preparaciones tradicionales y se prepara especialmente en zonas rurales del departamento. Se elabora con bagre, bocachico u otros pescados de río, acompañados de yuca, plátano, papa, cebolla larga, cilantro y condimentos naturales. Este plato es compartido en familia o comunidad tras las celebraciones litúrgicas, especialmente en municipios como Puerto Santander, Tibú o El Tarra, donde la pesca artesanal forma parte de la economía local.

También es común la preparación de ensaladas frías con granos y frutas. Estas mezclas suelen incluir lentejas, habichuelas, mango biche, aguacate y huevo cocido, acompañadas con aderezos naturales como jugo de limón, aceite de oliva y sal marina. Este tipo de plato, además de ser nutritivo y refrescante, responde a la práctica del ayuno parcial que muchas familias nortesantandereanas siguen durante la Cuaresma, especialmente los viernes.

Finalmente, la rampuchada, una bebida típica del oriente colombiano, preparada con leche, canela, clavos, nuez moscada, azúcar y pan rallado. Se consume fría y suele ofrecerse como merienda o durante las reuniones familiares. Aunque es más común en el sur del Cesar y norte del Magdalena, su consumo se ha extendido a varios municipios de Norte de Santander durante la Cuaresma y el Viernes Santo, como parte del ayuno y la abstinencia.

Estas alternativas culinarias, promovidas también por algunas parroquias y organizaciones religiosas locales como parte de sus jornadas de reflexión y encuentros comunitarios, forman parte de una identidad alimentaria que se adapta a los tiempos litúrgicos sin perder el arraigo cultural.