Terminando la década de los 90 la Asociación sin ánimo de lucro AMUCI – MUJERES CAMPESINAS E INDIGENAS DE EL ZULIA – trabajaba por el bienestar social y económico de aproximadamente 500 mueres de Norte de Santander. Su labor era reconocida por las instituciones públicas y privadas.
Yolanda Páez fue víctima del reclutamiento forzado por grupos guerrilleros, su hazaña fue sobrevivir a los vejámenes de la guerra.
Hoy su vocación es el servicio a otras víctimas del mismo flagelo.
Alba Luz Trigos, tuvo que abandonar su tierra y su familia, su pecado, trabajar por los más necesitados.
10 años después vuelve a Ocaña, con la ilusión de contribuir y aportar a la paz del Catatumbo.
María de Jesús Pabón fue víctima de la violencia en El Catatumbo, su esposo y su hermano fueron asesinados y ella desplazada.
Luego de años de sufrir persecuciones, encontró un camino que la condujo a la paz interior y actualmente comparte su historia y experiencia como ejemplo reparador para otras víctimas del conflicto