¿Cómo se elige el nombre del Papa? La historia detrás de un gesto cargado de simbolismo

Redacción: Valentina Nieto

Tras la fumata blanca en el Vaticano, los ojos del mundo se posan sobre el nuevo pontífice: León XIV, nombre elegido por el cardenal Robert Francis Prevost. Pero ¿cómo se decide el nombre que llevará el nuevo líder de la Iglesia Católica?

El nombre que adopta el nuevo papa tras su elección se llama nombre papal. Este será el modo oficial en que se le conocerá durante todo su pontificado. Jorge Mario Bergoglio eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, y Joseph Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI.

Una vez que el Cónclave alcanza los dos tercios de votos necesarios para elegir al nuevo pontífice, se le pregunta al cardenal electo en latín: “Quo nomine vis vocari?” (¿Con qué nombre quieres ser llamado?). En ese momento, elige libremente el nombre que lo identificará como papa.

Aunque no existe una norma fija, muchos papas han optado por nombres que homenajean a santos o a pontífices anteriores que admiran. De ahí que nombres como Juan (23 veces), Benedicto (16 veces) o Gregorio (16 veces) hayan sido repetidos a lo largo de la historia.

Curiosamente, ningún papa ha vuelto a llamarse Pedro, en señal de respeto hacia el primer papa de la Iglesia, San Pedro, considerado el pilar fundacional del cristianismo.

Durante los primeros siglos del cristianismo, los papas solían conservar su nombre de bautismo. Fue a partir del siglo X cuando se volvió costumbre adoptar un nuevo nombre como símbolo de una nueva misión espiritual y pastoral.

La elección del nombre no es un detalle menor. Transmite un mensaje. El nombre puede dar pistas sobre las prioridades, el estilo o incluso el legado que el nuevo papa aspira a dejar en la historia de la Iglesia.

Con León XIV, el nuevo papa estadounidense parece inspirarse en figuras fuertes como León XIII, recordado por su doctrina social, o León I, defensor de la unidad de la Iglesia en tiempos de crisis.

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