Redacción: Fabio Sandoval
La muerte del papa Francisco el 21 de abril de 2025 dio paso al periodo de Sede Vacante y al inicio del cónclave donde 133 cardenales menores de 80 años elegirán al 267.º pontífice de la Iglesia Católica. Entre los nombres que más suenan destacan el cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado de la Santa Sede y mano derecha de Francisco durante los últimos doce años.
Pietro Parolin nació el 17 de enero de 1955 en Schiavon, provincia de Vicenza, Italia. Ingresó en la Academia Pontificia Eclesiástica en 1983 y, desde entonces, ha dedicado su carrera al servicio diplomático de la Santa Sede, con destinos en las nunciaturas de Nigeria, México y, más decisivamente, como nuncio apostólico en Venezuela entre 2009 y 2013.

Nombrado Secretario de Estado el 15 de octubre de 2013 por el propio papa Francisco, Se convirtió en el segundo secretario de Estado más joven de la historia moderna del Vaticano. En este cargo, dirige la Curia Romana y funge de principal consejero y portavoz del pontífice, asumiendo incluso la representación de la Santa Sede en actos oficiales durante los episodios de enfermedad de Francisco.
Como cosmopolita diplomático, Parolin negoció acuerdos de peso internacional, entre ellos el polémico pacto de 2018 con China para la designación conjunta de obispos. Mientras algunos celebran este gesto como un avance en la reconciliación con la Iglesia clandestina china, críticos como el cardenal Joseph Zen lo han tildado de concesión excesiva al régimen de Pekín . Asimismo, ha recibido cuestionamientos por su vinculación indirecta con el escándalo financiero del London Property Fund, aunque no llegó a ser imputado.
Conocido por su carácter afable y prudente, Parolin figura como favorito para liderar la Iglesia en un contexto global marcado por tensiones geopolíticas y debates internos sobre reforma y doctrina. Su estilo discreto y su amplia red de relaciones entre los cardenales le otorgan ventaja, aunque algunos electores podrían inclinarse por candidatos con perfil pastoral o de renovación más radical.
La subida al trono de Pedro de un diplomático en la línea de Parolin supondría, previsiblemente, la continuidad de la política de apertura internacional de Francisco, pero con un énfasis en la estabilidad institucional y el refuerzo de la presencia vaticana en foros multilaterales. Su experiencia podría ser clave para gestionar crisis globales, desde los conflictos en Oriente Medio hasta la defensa de la libertad religiosa en regímenes autoritarios.